La decisión de realizar un proyecto arqueológico en La Blanca tuvo una de sus motivaciones en la calidad arquitectónica que se podía constatar en los muros y restos de bóvedas que aún eran visibles en el sitio, a pesar de los más de mil años de abandono.  El tamaño y la calidad de la sillería de los muros y la labra de las dovelas y demás elementos arquitectónicos eran indicadores de una arquitectura maya de alta calidad.

Desde los primeros momentos fue preciso prestar una gran atención a los edificios que se excavaban y a las necesarias tareas de documentación, protección y conservación provisional. Y todo ello con el propósito de proceder a un estudio y análisis pormenorizado de cada edificio y estancia; identificar sus valores arquitectónicos e interpretar el uso que estos palacios y templos tuvieron en su época de mayor esplendor.

La visión de La Blanca desde la arquitectura se ha ido construyendo a partir de los resultados de los elementos arquitectónicos exhumados, documentándolos con los sistemas tradicionales de levantamiento, así como con los nuevos sistemas digitales basados en el escáner láser y la fotogrametría, para su posterior estudio y análisis con el fin de obtener una caracterización de la arquitectura del sitio arqueológico. Sin olvidar la toma de medidas provisionales de protección y seguridad estructural, y la difusión de los resultados obtenidos.