El estudio de las imágenes se realiza siguiendo diferentes metodologías de análisis adaptadas a las particularidades del arte maya de la época estudiada. Para ello, se tienen en cuenta las limitaciones que presentan, en ocasiones, los vestigios arqueológicos, así como la escasez de fuentes literarias, que exige un mayor grado de conocimiento del desarrollo y la evolución de los tipos iconográficos de esta cultura. En líneas generales, se realiza un acercamiento progresivo hacia la obra, procurando abarcarlas en todas sus vertientes: identificación geográfica y temporal, análisis experimental de materiales y procedimiento técnico, análisis estilístico y compositivo, entre otras singularidades formales, y, en última instancia, acercamiento al entorno de creación de la obra en todos los sentidos (social, religioso, económico y político, entre otros), con especial énfasis en la aplicación de la perspectiva de género. Este enfoque integrador nos permite entender el cometido de la obra de arte como generadora de cultura, partícipe y mediadora del contexto en el que se crea.

Aplicando este enfoque integrador se han estudiado y dado a conocer numerosas obras halladas en La Blanca y Chilonché, entre las que destaca por su originalidad y excepcionalidad el friso esculpido de la Subestructura 6J2-Sub de La Blanca, el mascarón y pinturas murales de Chilonché, así como la colección de piezas cerámicas y los numerosos grafitos procedentes de ambos sitios arqueológicos.