
Con el fin de garantizar un adecuado análisis y estudio de los entierros, se ideó un método de exhumación que consiste en un levantamiento en bloque e in situ de los esqueletos, conservando en todo momento la posición anatómica en la que aparecieron. Para ello, se debe desenterrar levemente el esqueleto mediante una minuciosa excavación, limpiarlo con gran cuidado y consolidar la tierra que une y circunda al conjunto óseo, evitando así cualquier desmoronamiento de los huesos en las siguientes fases de intervención. A continuación, se procede a consolidar los huesos. Una vez consolidados, sus zonas más frágiles se engasan con papel tisú fijado con resina y el resto con tiras de venda adheridas y entramadas con la misma resina utilizada en su consolidación, inmovilizando así a todo el conjunto. La impermeabilidad del objeto se logra al cubrirlo con papel aluminio y, por encima, film transparente. Por lo general, la extracción del bloque se lleva a cabo realizando un arranque desde la base y reforzando toda la zona perimetral con espuma de poliuretano expandido. Tras terminar de cortarlo, se desliza por debajo una superficie de madera a modo de base de sujeción, facilitando así su traslado al laboratorio del proyecto.
Una vez en el laboratorio, los entierros de La Blanca pudieron ser excavados y documentados con tranquilidad, sin los inconvenientes que suele conllevar la tradicional excavación y exhumación de restos óseos in situ.