
La aldea de La Blanca, situada a menos de 2 km del sitio arqueológico, cuenta con recursos culturales y naturales que suponen una gran atracción para el visitante. Está presidida por una hermosa laguna, que da nombre a la aldea, situada en el centro de los dos núcleos de población del asentamiento. Cuenta con dos escuelas, un centro de salud y varios templos religiosos. La arquitectura de sus viviendas es tradicional, construida mayoritariamente con materiales autóctonos y naturales, como la madera y la palma.
La laguna es un cuerpo de agua de unos 230.000 m2 de superficie, con una profundidad promedio de 2 m, que cuenta con una belleza y tranquilidad que la dotan de un especial atractivo. En su entorno se vislumbran grandes extensiones de campos de cultivo y zonas de pasto para el ganado. Hay también áreas boscosas en donde se puede encontrar la fauna autóctona y, especialmente, avistar aves.